Entre los retablos de pincel del siglo XVI que se conservan en la isla de Tenerife destaca por sus cualidades estéticas el llamado popularmente Tríptico de Nava y Grimón, aunque lo correcto sería denominarlo Tríptico de la Natividad por el motivo que representa la tabla central. Lucido por sus magnas proporciones, contiene las escenas asociadas con los misterios gozosos de Cristo, especialmente su nacimiento (APB-TF-P-005.1), circuncisión (APB-TF-P-005.2) y presentación en el Templo (APB-TF-P- 005.3). El vínculo de esta espléndida pieza con los Nava y Grimón, ennoblecidos bajo el marquesado de Villanueva del Prado, se mantuvo a lo largo de las centurias como parte de un encargado efectuado por Tomás Grimón y García de Albarracín. Nacido en La Orotava en 1529, sirvió en las huestes españolas que partieron a Italia, tal que su pericia militar le valió para formar parte del suntuoso séquito que acompañó al príncipe de Asturias, futuro Felipe II, durante su periplo por Europa entre 1548 y 1451. Si bien García Pérez sugiere que Tomás Grimón adquiriría el tríptico durante la estancia en Flandes, tras la entrada triunfal del príncipe en la ciudad de Amberes, Hernández Perera y Negrín Delgado establecieron la ejecución de la obra en 1546. Sea como fuere, el noble caballero la colocaría en el oratorio de su casa familiar, cuya construcción se inició en 1585 en un solar que había regalado el adelantado a su abuelo Jorge Grimón. Respecto a la autoría existen ciertas divergencias o propuestas de atribución. En 1984 Hernández Perera consideró asociar la obra con la órbita de Pieter Coecke van Aelst (1502-1550), cuyo taller sobresalió en Amberes con una extensa producción de cuidada factura. Si bien fue un continuador de la tradición flamenca, su estética presenta importantes influencias italianas, así como el gusto por una representación elaborada de la arquitectura. Negrín Delgado confirmó dicha posibilidad a través de un estudio profuso de las figuras que conforman las diversas escenas, tanto desde un punto de vista morfológico (facciones y posturas) como de los atavíos, defendiendo que el conjunto había sido concebido por un mismo artífice. Sin embargo, Padrón Mérida sostuvo que las grisallas corresponden al Maestro de san Pablo y san Bernabé, debido a sus coincidencias estilísticas con la Santa Parentela conservada en el Museo de Kassel. Esta teoría, defendida también por Diéguez Rodríguez, valió en fechas recientes a Díaz Padrón para considerar que el tríptico había sido realizado en su totalidad por ese maestro, eludiendo así el vínculo anterior con Coecke van Aelst.