Esta pieza era empleada en los oficios de tinieblas durante la antigua liturgia de la Semana Santa. Es, junto con el atril en forma de águila que se conserva en el mismo templo (APB-GC-F-002), uno de los objetos de bronce de origen flamenco más sobresalientes de Canarias. Ha sido calificada por Pérez Morera como una obra retardataria que sigue fielmente los modelos del siglo XVI. Su motivos decorativos están inspirados en los grutescos renacentistas: sirénidos femeninos de pechos descubiertos, alados o con cola vegetal; cabezas de querubines y aquilinas, mascarones leoninos, guirnaldas y festones de frutas. El candelabro se apoya sobre tres pies en voluta que terminan en cabezas de ave, continúa en astil abalaustrado con gollete cilíndrico, nudo de jarrón y columna estriada en el cuello. Sobre este se alza el candelabro triangular dotado con quince bujías distribuidas de la siguiente manera: siete a cada lado en forma de figuras de plástica romanista vestidas con trajes talares, que portan en sus manos cuernos de la abundancia como receptáculos para las velas; y una situada en el centro, en el vértice superior, a modo de busto de mujer coronado por mechero.
Esta obra fue realizada en Ámsterdam en 1686 junto con el atril en forma de águila que se conserva en el mismo templo (APB-GC-F-002). Ambos objetos fueron fundidos por el padre, de nombre desconocido, de un mercader holandés llamado Jacob Scultor, encargado de su transporte hasta Gran Canaria. Aunque recibidas en 1686, su solicitud se había producido a varias ciudades europeas desde 1675. En ese año el Cabildo Catedral acordó traer un tenebrario de bronce "para que en él se pongan las velas que suelen seruir a tinieblas la Semana Santa" y "una águila que sriua de atril para el coro del mesmo metal". El diseño y las medidas de ambas piezas fueron enviados desde Canarias. El esbozo del tenebrario fue presentado por el almojarife Diego Roo, mientras que el diseño del águila correspondió al artista Lorenzo de Campos, a petición del propio Cabildo. Tras varios intentos frustrados de importar las piezas desde Inglaterra y Hamburgo, el citado Jacob Scultor se obligó, por escritura otorgada en Las Palmas el 16 de septiembre de 1683, a fabricarlas en Ámsterdam y traerlas a Gran Canaria. El 13 de enero de 1686 se estipularon las condiciones y los pagos con Jacob Scultor, a quien se le entregaron 8.000 reales en concepto de anticipo. Una copia de los diseños quedó en poder de los canónigos para ser cotejada en el momento de la recepción. En diciembre de ese mismo año las piezas ya habían llegado a la catedral. Tras su desembarco fueron revisadas por Lorenzo de Campos. De la lectura de su informe jurado se colige que la ejecución del atril no vino con toda la elegancia del diseño original.
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