La ornamentación de la pieza corresponde con el uso profano que tuvo originalmente. Su decoración, representativa del grutesco manierista, incluye, como señala Pérez Morera, mascarones faunescos y mujeres desnudas sentadas sobre klismos clásicos tañendo el laúd y la viola. En el interior de la copa destaca un medallón circular donde aparece, perfilada sobre la arquitectura de una ciudad, la figura ecuestre de un guerrero ataviado “a la romana” y dotado con coraza, casco empenachado, escudo y espada. Completan el repertorio ornamental los gallones excavados en el interior de la tapa, cuyo estilo y decoración eson similares al de otras piezas con igual procedencia y cronología, depositadas en colecciones europeas. Todo ello confirma que se trata de un modelo creado y divulgado desde los talleres de Amberes. La tapa tiene por remate una sencilla cruz, que fue añadida a raíz de su transformación en copón durante el siglo XVII.
Cruz Valdovinos advierte que el valor de esta pieza se ve acrecentado por tratarse de uno de los pocos ejemplares de tazas civiles que conservan museos y colecciones de Europa. En lo que respecta a su autor, gracias al marcaje puede adscribirse al llamado “maestro del compás”, aunque todavía permanece sin identificar. Se trata de uno de los plateros más importantes de Amberes a mediados del siglo XVI.
Desde la década de 1950 la pieza fue clasificada por Hernández Perera como un copón plateresco de procedencia sevillana. Posteriormente, en el año 2003 Cruz Valdovinos descubrió su procedencia amberina y Pérez Morera pudo precisar la cronología y la marca del autor, correspondiente al conocido “maestro del compás”, quien la realizó en torno a los años 1548 y 1549. El mismo Pérez Morera califica a esta pieza como una de las obras de platería más notables conservadas en el Archipiélago.
Fue donada a la catedral de Canarias el 16 de mayo de 1632, junto con una cruz de corales, por el obispo Cristóbal de la Cámara y Murga. Originalmente se trataba de un objeto de uso cotidiano y civil que fue adaptado a un uso religioso como copón, vaso eucarístico que se hizo necesario en la liturgia tras la celebración del Concilio de Trento. En los sucesivos inventarios de los años 1639, 1659 y 1785 aparece mencionado como un vaso de plata grande con su tapadera y pie redondo dorado, empleado como relicario para reservar al Santísimo, coronado por una cruz, añadida al objeto de adecuarla a su nueva función en el culto divino.
Catedral de santa Ana
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Gran Canaria
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