reflejan el estilo ecléctico de su autor, acorde en todo a los derroterosartísticos que mostraban muchos talleres de la ciudad de Amberes cuando mediaba el siglo XVI. Negrín Delgado señala afinidad con pintores de aquel momento como Metsys, Patinir, Van Cleve, Gossart y Coecke, por lo que su arte evidencia también débitos respecto a artífices que trabajaron en Brujas. Aunque se plantearon varias opciones para identificar al enigmático Gumarrt de Enberes que firma una de las tablas, Diéguez Rodríguez aclara que corresponde con el maestro Gommaer van Erenbroeck, documentado en la guilda de Amberes entre 1519 y 1553.
La representación de san Juan Bautista, la más notable del conjunto, se atiene a un tipo iconográfico que definen obras previas de Joos van Cleve (1485-1541) y otros autores de Amberes. Reproduce un modelo común y muy repetido de predicador ascético, donde el santo se presenta en pie, viste túnica corta con capa y porta en sus manos el cordero, atributo que lo identifica junto a la filacteria donde puede leerse “ECCE AGNVS DEI”. Los rasgos fisonómicos singularizan en gran medida al personaje, mostrando cabeza barbada de gran volumen con tez cetrina y semblante rudo. Queda situado en un paisaje abierto y de líneas altas, mostrando al fondo la escena del Bautismo de Cristo. En primer plano, a un lado, los restos de una columna clásica denotan el interés que existió entonces por la Antigüedad y se prestan a un simbolismo claro en clave cristológica. Sirven de contrapunto para la organización espacial de la escena, cuyo colorido oscila entre verdes, marones, blancos y azules.
La otra figuración del Martirio de san Juan Evangelista ante Portam Latinam es compleja por su sentido narrativo, aunque reproduce el momento pregnante de la acción. San Juan figura dentro de una caldera de aceite caliente, siguiendo fórmulas o patrones que popularizó Quentin Metsys (1466-1530). Es interesante el juego de volúmenes y lenguajes gestuales que describen los personajes, ya que, por ejemplo, la actitud vigorosa del verdugo que aviva el fuego se opone al sentido declamatorio del santo. Lo mismo cabría decir del público que asiste al acontecimiento, reflejando la moda civil y militar de aquella época fielmente. La adaptabilidad del tema al formato vertical de la tabla determina el sentido perspectívico de la arquitectura circundante, cuyo planteamiento no difiere de estampas y diseños manieristas.
La tabla muestra decoración pictórica por ambas caras y, junto a otra del mismo tamaño donde quedaron representadas santa Lucía y la Misa de san Gregorio (APB-GC-P-004.1), debió formar parte de un retablo o mueble desmantelado. Su origen es incierto, ya que se desconoce el templo donde pudo exhibirse originalmente. El único dato contrastado es que pertenecía a la colección familiar de Rodríguez Batllori cuando mediaba el siglo XX, ya que entonces el Cabildo de Gran Canaria la adquirió para su exhibición permanente en la Casa de Colón. El catálogo de obras publicado en 1952 informa que procedía de la ermita de santa Lucía que existió en Gáldar, donde no hay noticias claras sobre ella. Negrín Delgado duda de ese hecho y sugiere la posibilidad de que, si realmente estuvo allí un tiempo, correspondería con uno de los “tres cuadros grandes de a dos varas” documentados en 1750 y 1780.
El vínculo que sendas piezas tienen con otras representaciones hagiográficas que revelan un estilo afín (APB-GC-P-003.1/2) y proceden del convento de frailes franciscanos existente en Gáldar invita a suponerles un mismo origen, tal y como razona Diéguez Rodríguez. Allí todas podrían haber conformado un retablo de gran porte y con puertas abatibles, aunque no es fácil identificarlas con pinturas y conjuntos existentes en el convento antes de que un rayo lo arruinara en 1562. De haberse salvado del incendio que se originó entonces, las tablas del retablo desmembrado ocuparon diversos espacios del templo que los frailes habían reconstruido junto a los vecinos. En ese sentido, Cruz y Saavedra documenta la existencia de capillas dedicadas a san Juan Evangelista y san Bartolomé durante la década de 1580. Antes de ello podrían integrar un gran conjunto o dos pequeños retablos que presidieron el presbiterio o las capillas laterales, no descartando la posibilidad de que su ornato incluyera también esculturas.
Casa de Colón
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Gran Canaria
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del País de Gran Canaria, 1
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