El conjunto representa avances estilísticos frente a una representación de la misma iconografía bajo formas góticas que manifiesta Nuestra Señora de las Angustias, existente en su ermita de Los Llanos de Aridane Virgen de las Angustias. El grupo de Los Sauces que nos ocupa revela un sentido diferente de la proporción, mayor dulzura y un movimiento contenido dentro del bloque escultórico, lo que se traduce en un lenguaje de aliento renacentista. La Virgen se muestra sentada en una roca, encorvada para acoger el cuerpo de su hijo Jesús que acaba de ser descendido de la cruz. Su postura inerte condiciona el trabajo de los pliegues del manto y traje de María y la contorsión de las piernas, donde predominan los pliegues curvilíneos y remates ondeantes.
Ese aspecto recuerda a la escultura producida en el ducado de Brabante, especialmente en lo relativo al manto superpuesto sobre una fina toca de lienzo y un hábito de manga larga ceñido a la cintura, por cuya parte inferior asoma una punta de zapato negra. También lo rememora el semblante dulce y pensativo de la Virgen, de óvalo lleno, con los ojos rasgados y entornados, nariz recta y peculiar mohín en la boca, además del torso de músculos tensos, paño de pureza y trabajo de barba y cabello y boca entreabierta de Cristo, mostrando sin reticencias las huellas de la Pasión. A ello se une el marcado trabajo de la anatomía, presente en la caja torácica y en las articulaciones de los miembros superiores e inferiores.
El cuerpo inerte del hijo se incorpora sujeto por el torso y el brazo izquierdo por las manos de su Madre, mientras que los pies descansan sobre las de la Virgen, lo que obliga a que su manto se desplome en el suelo formando gruesos pliegues. Por su parte, el paño de pureza se dispone de manera transversal con cruce delantero y un pequeño plegado recto en torno a las caderas, que guarda un cierto paralelismo con el mismo perizonium de la escultura de la ermita de las Angustias Virgen de las Angustias.
Todo ello permitió que Negrín Delgado vinculara al conjunto escultórico con los talleres antuerpienses del momento, al situar la ejecución del grupo hacia mediados del siglo XVI. Tampoco se descarta que en un principios, y debido a la planitud y la inacabada parte trasera, se integrara en un retablo doméstico al estilo de las Angustias de Los Llanos de Aridane. Por el contrario, De Coone propuso adscribirla a una imprecisa escuela hispano-flamenca, planteamiento que no ha tenido repercusión posterior.
Este grupo escultórico fue el titular de una ermita propia, fabricada en uno de los ingenios azucareros de Los Sauces. Era propiedad del catalán Pedro de Benavente, quien recibió del adelantado Alonso Fernández de Lugo las tierras y aguas del Río de Los Sauces donde construyó el ingenio. Sin embargo, la erección de dicha ermita puede deberse al regidor Gabriel de Socarrás Centellas y su esposa Ángela de Cervellón, encargados de varias fundaciones eclesiásticas por la zona. La llegada del conjunto escultórico pudo deberse a su yerno: el también regidor Diego de Monteverde, que era natural de Amberes y posiblemente tuvo contacto directo con talleres escultóricos del norte europeo.
La fábrica ya estaba levantada en 1546 y en 1611 la orden franciscana obtuvo permiso para fundar junto a ella un convento, tomando posesión de todas sus rentas y de los ornamentos e imagen de la Piedad que allí estaban. Debido a su disposición cercana al mar y el riesgo a los ataques piratas, los religiosos solicitaron tres años después el traslado hacia Los Sauces, manteniendo a la Piedad como titular del nuevo recinto, donde recibió importantes dádivas debido a la devoción que iba adquiriendo entre los vecinos con el paso de los años. Esto originó un pleito importante, ya que el beneficiado de la parroquia de San Andrés intentó que la primitiva ermita se restituyera y pudiese colocarse allí de nuevo la talla de la Piedad con todos los ornamentos y tributos que se habían llevado hasta el nuevo recinto. El presbítero Juan de Castilla perdió esa disputa y la escultura siguió recibiendo culto en el templo nuevo, donde consta que ya estaba en 1617. El grupo despertó entonces una creciente devoción popular, que se tradujo en procesiones de rogativas ante circunstancias adversas. Un ejemplo claro de ello fue la plaga de langosta en 1659, que motivó su traslado a Santa Cruz de La Palma para un novenario.
Tras la desamortización conventual de 1835, la imagen continuó recibiendo culto en el templo de los frailes hasta 1854. El desplome de sus cubiertas obligó a trasladarla a la parroquia de San Andrés, del Patrimonio Cultural de Canarias
Nuestra Señora de la Piedad pero un año después los vecinos solicitan que se lleve la antigua iglesia de Montserrat existente en Los Sauces. Allí se le levantó finalmente una capilla y altar, donde fue venerada hasta el derribo reciente de esa fábrica para construir la parroquia actual.
Parroquia de Nuestra Señora de Montserrat
Altar de la capilla colateral del evangelio. Hornacina central
Carretera General a Bajamar, 2D
Los Sauces
38720 San Andrés y Sauces
La Palma
Plaza de la Real Sociedad Económica de Amigos
del País de Gran Canaria, 1
35001, Las Palmas de Gran Canaria
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