El conjunto muestra la escena tradicional de la Anunciación del arcángel Gabriel a la Virgen, narrado por el evangelista san Lucas y desarrollado en el interior de la casa de María mientras estaba meditando con un texto sagrado. En un instante aparece en escena el ángel que, con alas desplegadas y con el movimiento de los ropajes debido al movimiento de la entrada, hace una genuflexión para mostrar reverencia a la futura Madre de Dios.
Debido al influjo del teatro medieval llevado a cabo en las escenas de los autos sacramentales, la figura de Gabriel aparece ataviada con las vestiduras litúrgicas del diácono, con alba ancha ceñida al talle con mangas largas y capa pluvial, en calidad de joven acólito, inspirado en grabados alemanes que fueron reproducidos tanto en pintura como en escultura. Aparece con un cetro en su mano izquierda, símbolo de la potestad que Dios le confió, y bendice con la derecha a la Virgen, actitud tomada en diversas representaciones del misterio realizadas en el ducado de Brabante a finales del siglo XV o durante las primeras décadas del XVI. Posee un semblante sereno, con apariencia juvenil y facciones afeminadas, una amplia frente, ojos almendrados, nariz respingona y boca que esboza una sonrisa con mentón pronunciado. Además, su peinado, de cabellos dorados pegados a la coronilla a modo de casco, le enmarca el rostro y cae sobre los hombros.
La figura de María revela formas mucho más serenas, pasivas y estáticas que las del arcángel. Se muestra de pie, sosteniendo en sus manos el libro de los textos sagrados sin parecer percatarse de la presencia celestial. Está vestida a la antigua usanza con tres prendas que se sobreponen: una faldilla interior que se deja ver en parte por el recogido que describe un hábito superior de mangas anchas y largas, mientras que la cubre un manto tendido en diagonal por la espalda que se recoge en el brazo derecho. La diferencia respecto a san Gabriel se advierte en el trabajo de la textura de las telas que, incluso, reflejan una apariencia rígida y pesada. Así lo advertimos en el hábito y el manto por medio de pliegues gruesos y acabados en puntas triangulares, propios de la época y de los talleres flamencos. Destaca la belleza de su rostro, de aspecto nacarado, con expresión dulce y frente grande y abombada, con ojos entornados con mirada distante, pequeña nariz perfilada y boca también pequeña con finos labios. Su cabellera se presenta peinada con raya al medio y dividida en mechones con profundas hendiduras formando una especie de meandros que, tras rodear la cara, caen sobre sus hombros llegando hasta el pecho, similares a los contemplados en esculturas afines como la santa Catalina de Alejandría de la ermita de San Sebastián de Santa Cruz de la Palma Santa Catalina Mártir de Alejandría, o la titular de la ermita de Santa Lucía en Puntallana (APB-LP-E-018), en la misma isla.
Todos estos rasgos permitieron a Negrín Delgado confirmar el encargo a Flandes de ambas esculturas, que posiblemente sería ejecutado en dos fases: por un lado la Virgen entre 1523 y 1525 y luego San Gabriel hacia 1525-1532 en la ciudad de Amberes, donde había vivido y estuvo vinculado por razones de índole familiar el intermediario en su importación Jácome de Monteverde.
Este conjunto escultórico aparece inventariado desde 1525 en la primitiva ermita de la Encarnación, situada en las afueras de la ciudad de Santa Cruz de La Palma y traída “de Flandes” por Jacques Groenemberg junto con otras piezas para la liturgia. Venía a sustituir un cuadro con la misma escena que se veneraba allí desde la fundación por parte de los conquistadores a finales del siglo XV y así dar cumplimiento a los mandatos efectuados por el visitador fray Vicente Peraza en 1522, quien ordenó traer una escultura que sustituyera a la primitiva obra de pincel. El arcángel no figura registrado en un inventario hasta 1532, aunque todo parece indicar que se trata de un conjunto que llegó a La Palma en el mismo momento. En ese sentido, la Virgen no se concibe sin Gabriel a su lado para escenificar el momento de la anunciación.
Aunque el templo fue evolucionando en amplitud a través de los siglos, el conjunto figura en la documentación como un adorno del altar mayor hasta, al menos, 1618. Sí que sufrió alguna intervención antes, como la realizada por un pintor en 1568 o, un siglo después, por Antonio de Orbarán, quien se encargó de estofar la imagen de la Virgen. Por su parte, el arcángel no necesitó ser remozado, pero sí fue necesario colocarle una basa labrada en 1658. Tras un primer retablo ejecutado por dicho maestro, en el siglo XVIII se sustituye por el que sigue conservándose en la actualidad. En 1706 ambas sufren otra intervención en la policromía a cargo de Bernardo Manuel de Silva y no quedaron ubicados en su emplazamiento definitivo hasta 1745. En él las imágenes de Flandes ocupan la hornacina central, dispuesta a modo de un interior doméstico con ambientación de época. El entorno sería decorado con una mesita de tapa semicircular y pie abalaustrado, sobre el que se colocó el atril adosado a una ilusoria pared lateral que cuenta también con una librería.
A lo largo de los siglos la pieza mariana se vería enriquecida por numerosas alhajas de plata que enriquecieron su ajuar, además de joyería y mantos que se le colocaban a lo largo del año y para su festividad. Asimismo, la escena fue completada con una paloma alusiva al Espíritu Santo, que pendía de una cadenita en el interior del nicho.
Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación
Retablo mayor. Hornacina central
Carretera de la Encarnación, s/n
Santa Cruz de La Palma
38700 Santa Cruz de la Palma
La Palma
Plaza de la Real Sociedad Económica de Amigos
del País de Gran Canaria, 1
35001, Las Palmas de Gran Canaria
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