La escultura de san Juan Evangelista coincide estilísticamente con la de la Virgen Dolorosa, por lo que responde a un mismo encargo y realización, ya que el plegado de los paños de sus vestiduras, con extremos inferiores zigzagueantes y ritmos angulosos que combinan con otros de tendencia longitudinal, es apreciable también en la escultura de María. En este caso, el apóstol levanta la cabeza y la mirada con lágrimas hacia Cristo Crucificado, mientras que abre la mano izquierda en actitud de exclamación pero sin salir apenas del bloque o macizo escultórico. A su vez, con la derecha sostiene el manto que cruza por delante de la túnica, con el característico zigzag que forman los pliegues. Adelanta el pie izquierdo que asoma bajo el ropaje y está vestido con los colores propios del santo: rojo y verde, ricamente estofados.

Estas vestiduras consisten en un hábito ajustado al talle con ceñidor y provisto de cuello que se corta en pico al centro y anchas mangas con los puños doblados, que dejan ver un jubón o camisilla interior más ajustada. La capa, bastante grande, cae en diagonal por la espalda dejando uno de los hombros al descubierto, a la vez que se recoge en la cintura y el mismo santo, con su mano derecha, sostiene el pliegue. La cabellera, muy oscura y con profundos rizos, enmarca al rostro que muestra con un destacado bigote, posiblemente resultado de una intervención histórica. Muestra similar expresión a la Virgen con la que se conjunta.

Dichas características sugieren que la escultura debió realizarse hacia 1510-1520 en un taller de la villa de Amberes, cuyo autor anónimo se inspiró en algún grabado de los que circulaban cotidianamente por la región. Esos referentes fueron claves para sacar de él los patrones formales e iconográficos que han sido reproducidos de igual manera en otras esculturas del mismo tema y mantienen un estudio idéntico de su forma y estilo. Ejemplo claro de ello es la escultura homónima conservada en el Museo Nacional Machado de Castro, en Coimbra. En el ámbito isleño, José Aníbal Rodríguez Valcárcel pudo realizar la copia del siglo XIX q ue conserva la parroquia de san Juan Bautista de Puntallana.