El mueble, vistoso por su tamaño y el colorido que aportan las pinturas sobre plancha de cobre que lo decoran en contraste con la madera oscura y el recubrimiento de carey, es una de las contribuciones más significativas de este inventario. Requiere de un estudio en profundidad, pero, a pesar de ello, su manufactura en Amberes durante la segunda mitad del siglo XVII resulta indudable por el paralelismo que guarda con piezas afines en lo relativo a materiales, técnica, ornamentación y tipo estructural, entre ellas un escritorio que formaba parte de la colección Tabacalera de Madrid y otro con pinturas de atribución segura a Simon de Vos (1603-1676) vendido en Alaclá Subastas a finales de 2020 (subasta de diciembre, lote 0918). El ejemplar que nos ocupa se revela como un conjunto unitario que integra también una mesa de configuración afín con patas terminadas en forma de bola, aunque, por el contrario, no incorpora barandilla, remate y otros apliques de bronce que suelen enriquecer el ornato de este tipo de obras, al margen de elementos imprescindibles como capiteles, sencillas bandas con motivos geométricos, cerraduras y bisagras. Es, desde luego, un testigo que documenta en Canarias la popularidad que esta clase de bienes alcanzó a lo largo del siglo XVII, conforme a una realidad mercantil y estética que ha investigado Aguiló Alonso.

El escritorio no presenta ornato al exterior y se abre por medio de dos puertas centrales, no teniendo comportamientos elevados por medio de tapas o elementos abatibles. Sus dimensiones permiten articular el interior en torno a cuatro calles verticales, subdividiendo los laterales por medio de cuatro filas o cuerpos que, a su vez, acogen cuatro cajoncillos a cada lado. Las secciones centrales presentan estructura arquitectónica, aportando un cuerpo bajo de configuración rectangular que emula el acabado de los cajones y una estructura arquitectónica que permite la inclusión de dos puertas abatibles, limitadas al extremo por columnas de orden corintio. El espacio entre ellas es aprovechado para incoporar dos pinturas sobre metal de mayor dimensión, con remate en forma de medio punto. Tras ellas se esconde un secreto o receptáculo interior, decorado con un pavimento de afán perspectívico y espejos en los laterales para reflejar lo depositado allí y ampliar el espacio. Muestra decoración escultórica con las figuras de tres alegorías diferentes, remedando los gabinetes de gusto clásico o antiguo por medio de los elementos arquitectónicos.

El ornato pictórico se circunscribe a un total de 14 láminas de cobre con dimensión variable contempladas en el interior, que se adaptan a puertas de distinta dimensión y al frente de los cajones laterales. A diferencia de otro ejemplar seiscentista con temática profana y ejecución sobre tabla conservado en La Laguna (PAB-TF-M-003), el programa de este escritorio es de iconografía religiosa. Sus composiciones describen la vida de Cristo desde la adoración de los pastores hasta la sepultura de su cuerpo, rememorando episodios fundamentales de la infancia, la vida pública con milagros y la Pasión posterior. Es imposible describirlos todos ahora, pero en ellos se percibe la ejecución de un maestro que revela habilidad y solvencia figurativa para la recreación en piezas de pequeño formato. Tal vez correspondan en su totalidad al autor que firma bajo las siglas C. B. en una de las pinturas de las puertas mayores, antes aludido y de difícil identificación por el momento. Muestra habilidad en las obras de menor tamaño, así como una dependencia clara respecto a estampas que divulgan composiciones de los grandes maestros del Barroco en Amberes.

Esa cualidad convierte al escritorio de La Orotava en una pieza excepcional, que ayuda a comprender la difusión que tuvieron las pinturas de artistas que trabajaron de forma coetánea a Peter Paul Rubens (1577-1640). Sus modos y obras se pueden rastrear en varias láminas de metal, pero es evidente el acomodo de una pintura suya en la puerta firmada y de mayor tamaño que copia literalmente una estampa de la adoración de los pastores debida a Paul Pontius (1603-1658); y por citar tan solo otro ejemplo, en la puerta contraria donde quedó figurada la adoración de los magos se recrea también una estampa de Pontius que divulgó una composición afamada de Gerard Seghers (1591-1651), de cuyo éxito en España hay varios testimonios desde fecha temprana.